Después de mucho tiempo de silencio
un representante del gobierno nacional, de forma pública, se pronunció sobre el
futuro del cannabis medicinal e industrial como alternativa económica para superar
las secuelas que la pandemia dejará en la economía.
Tomando en cuenta que desde el 24
de julio ya estará vigentes las reformas del Código Orgánico Integral Penal,
las cuales sacan al cannabis no psicoactivo con menos del 1% de THC de la lista
de substancias sujetas a fiscalización, y a su vez, obliga a que estén listos
los reglamentos por parte de la autoridad agraria nacional, el ministro
Ontaneda señaló que esta será la oportunidad para generar miles de empleos y
dólares a través de esta industria.
Esta posibilidad emocionó a muchas
personas en redes sociales, más, realizando un análisis profundo del asunto, nos
preguntamos: ¿Por qué en este momento?, ¿cuál será el modelo del negocio?, pero
sobre todo: ¿por qué este mensaje nace desde el vocero del ministerio de
Producción, Comercio Exterior, Inversiones, Acuacultura y Pesca?
Un nuevo ministerio en el juego
El funcionario público, Iván
Ontaneda, es el último de los actores del gobierno central, junto con las
carteras de Agricultura y Salud, que de una forma u otra están empujando la
generación de la normativa necesaria para el desarrollo de la industria del
cannabis. Si bien él no tiene competencias directas derivadas de la reforma al
COIP, como si lo tiene agricultura, representa a sectores económicos alineados
en sus enfoques y estrategias, lo que le da la autoridad para ejercer vocería.
Ontaneda, de origen lojano, es
parte de una familia relacionada desde hace mucho tiempo con la exportación de
cacao; antes de ser ministro tuvo puestos claves en los gremios empresariales,
llegando a ser presidente de la Asociación Nacional de Exportadores e
Industriales del Cacao del Ecuador (ANECACAO), y, posteriormente, presidente de
la Federación Ecuatoriana de Exportadores (FEDEXPO)
.
Por lo tanto es parte de los grupos
de poder relacionados con los exportadores y agroindustriales de materias
primas de la costa ecuatoriana –al igual que ministros como Xavier Lazo, del
MAG-, y en esa medida sostienen una identidad ideológica claramente neoliberal,
lo que a su vez implica, que sus enfoques no toman en cuenta el fortalecimiento
de los pequeños y medianos actores, sino, la concentración del negocio en pocas
manos, en suma, continuar con la exportación de materia prima e importación de
bienes de consumo con alto valor agregado, como el cannabis medicinal farmacéutico.
¿El momento es ahora?
Si bien el ministro enfatizó el
poder económico de la industria del cannabis y lo que puede implicar para
levantarnos de pérdidas que según los expertos pueden ir del 2% del producto
interno bruto al 6% (de 2.000 millones a 6.000 millones de dólares, aunque en
realidad esto no sabemos)[1] y la
destrucción de 508.000 a 743.000 puestos de empleo, esto sin contar los 80.000
desempleados producto de las políticas de reducción del aparato estatal
aplicadas por Lenin Moreno, de ninguna manera se puede pensar que esta
industria es la panacea, ni que generará ni el retorno necesario, ni los
trabajos para sobrepasar la grave crisis económica.
Por ejemplo, en Colombia, después
de cuatro años de desarrollo se han generado 975 empleos e ingresos por 99
millones por productos transformados, incluso las proyecciones de generación de
empleo en el informe de Fededesarrollo sostienen que para el 2025 se podrían
llegar a 450 hectáreas cultivadas, generando 27.000 empleos y posibles ingresos
por 2.700 millones de dólares.[2]
Eso Colombia que está adelantada en esta industria.
Esto además tiene otro componente:
la contracción del auge del mercado del cannabis que inicio en el último
trimestre del 2018 –antes que se oficialice el tema del COVD-, lo que implicará
un retroceso en el empuje inicial de las inversiones económicas de las grandes
empresas internacionales[3],
la emergencia de nuevas empresas y la reorganización del mercado.
Modelos de negocio
Como ya lo señalamos, quienes están
tras la elaboración de los reglamentos, son los equipos de asesores de los
ministerios de Agricultura, así como de Producción y Comercio Exterior,
responden a los fetiches de la lógica neoliberal. De esta manera sabemos que se
busca una industria con poca participación del Estado y lo público, siendo que
se convierte en un requisito para el desarrollo de esta industria la precarización
laboral, para que tengamos una idea, un modelo bastante parecido al banano, las
rosas o cualquier otro producto primario de exportación.
Si entendemos que el subdesarrollo es
una condición en sí misma, no una fase de transición al desarrollo, y, que el
avance de los mercados del cannabis está estrechamente ligado a la expansión de
los países desarrollados, –Canadá, Estados Unidos- y el desarrollo de una
economía dependiente en la periferia -Ecuador, Colombia- ¿Qué nos hace pensar que el modelo de negocio
del cannabis será diferente al del Cacao, sector de donde viene el ministro que
ahora quiere incursionar en el cannabis?
Estas relaciones a escala
internacional, donde cada país tiene un rol en el proceso de producción, además
se repiten a nivel local, lo que implica que la concentración de los medios de producción
(tierra, capitales para la inversión, tecnología y conocimientos) estará en las
manos de la oligarquía, a quien este régimen representa, mientras que los campesinas/os
y jornaleras/os agrícolas se verán obligados a trabajar, en condiciones
similares como en la industria del banano, ni más ni menos.
Nuestras alternativas
El modelo oligárquico esta en
absoluta contradicción con la constitución de la república y las propuestas
construidas desde varios sectores sociales para el fortalecimiento de la asociatividad
y el desarrollo local de la industria del cannabis.
La explotación intensiva del
cannabis no psicoactivo para su industrialización requiere grandes extensiones
de terreno para la implementación de grandes monocultivos, los que para ser competitivos
dentro de la lógica actual del mercado, con países análogos como Colombia,
debemos entrar en una desregularización del mercado laboral, lo que implica el
retorno de contratos a destajo, plazo fijo o la fragmentación de las 40 horas
de la jornada laboral en fines de semana, tardes e incluso noches, como se lo
plantea en el proyecto económico urgente por el COVID que está siendo tratado
en la Asamblea Nacional.
Por su parte el cannabis medicinal
necesita complejos procesos de trazabilidad al ser productos enfocados en la
salud humana, y, al no existir el apoyo del aparato público para el
fortalecimiento de las pequeñas cadenas de producción, solo quienes tengan la
inversión necesaria podrá incursionar en este mercado.
Es por eso importante, en un primer
momento la unidad de todos los actores locales, sean grandes o pequeños, interesados
en el verdadero desarrollo de las potencialidades locales, para generar las
presiones correspondientes ante el avance de la oligarquía agroexportadora,
aquel grupo socio económico que ha significado, desde el inicio de la
república, el peor lastre para el desarrollo del Ecuador.
Reiteramos la importancia de asumir
una postura concreta en defensa de los intereses nacionales, y no la de un
puñado de empresarios, para salir de esta crisis es necesario cambiar el modelo
de generación, acumulación y redistribución de riqueza, no traer a una nueva
oportunidad los vicios y errores del pasado.